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Migración y cohesión social

Juan Pablo Ramaciotti

Juan Pablo Ramaciotti

Director Ejecutivo

Centro de Políticas Migratorias

Benjamín García

Director Ejecutivo

Espacio Público

La Segunda, 17 de abril de 2024

Es clave adoptar políticas públicas que potencien la integración de la comunidad migrante, fortalezcan los servicios públicos para que respondan a chilenos y extranjeros, y se hagan cargo de las tensiones culturales que todo cambio demográfico acarrea.

La migración es el cambio sociodemográfico de Chile más relevante de los últimos años. Si el año 2011 la población migrante representaba un 1,2% del total del país, para el 2022 la proporción creció a más de un 8%. Este aumento ha sido acompañado por un cambio en la composición nacional de los migrantes, siendo actualmente las comunidades venezolanas, colombiana y peruanas las más numerosas. 

Distintas encuestas muestran cambios importantes en las actitudes de los chilenos frente a la migración. Desde el 2017 ha aumentado progresivamente la percepción de conflictos entre migrantes y chilenos, la valoración negativa de la migración, y el apoyo a medidas restrictivas al ingreso de extranjeros. Esto se explicaría por el crecimiento acelerado de la tasa de migrantes a escala local, el aumento de la migración irregular, factores contextuales (depresión económica y la pandemia), y la asociación de la migración con la delincuencia.

Un reciente informe del Centro de Políticas Migratorias y Espacio Público busca visibilizar los aportes y desafíos de la migración para la cohesión social y el desarrollo sostenible de Chile. Los resultados muestran que aún existen valoraciones positivas de la población migrante por parte de los chilenos, destacando sus aportes económicos y culturales. Sin embargo, ella convive con actitudes negativas relacionadas al aumento de la inmigración irregular, su eventual vínculo con el crimen y la insuficiencia de los servicios públicos para chilenos y migrantes. Por su parte, los migrantes experimentan diversas brechas entre la titularidad de sus derechos y su ejercicio efectivo.

Este diagnóstico hace urgente pensar en políticas públicas que promuevan un clima de reciprocidad. El informe muestra cómo las experiencias de interacción entre chilenos y migrantes crean puentes que disminuyen los estereotipos, fomentan la cohesión y generan sentido de arraigo. Estos intercambios pueden ser potenciados mediante la adopción de buenas prácticas comparadas que fomenten la inclusión y participación de migrantes. A ello pueden contribuir medidas como los procesos extraordinarios de regularización, la capacitación intercultural de funcionarios públicos (especialmente a nivel municipal, educacional y de salud), la coordinación entre actores públicos y la sociedad civil, y el fomento de la participación de comunidades migrantes en decisiones locales.

La migración es una realidad que llegó para quedarse. Ha generado y generará cambios en nuestras ciudades y barrios, al tiempo que ofrece nuevas oportunidades de desarrollo económico y social. Para aprovechar esas oportunidades, es clave adoptar políticas públicas que potencien la integración de la comunidad migrante, fortalezcan los servicios públicos para que respondan a chilenos y extranjeros, y se hagan cargo de las tensiones culturales que todo cambio demográfico acarrea.
 

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